Maldicientes

 

Hablaba con un profesor universitario de Literatura y le pregunté si suspendía por faltas de ortografía; me dijo que no, sólo en caso de que el alumno quisiera subir nota podría suspender si hallaba alguna incorrección. No indagué si en tal circunstancia eran muchos los estudiantes que pretendían el examen para mejorar su nota. Opino que hablar y escribir bien un idioma es difícil y no digamos el escribirlo. Sin duda escribir bien es un arte y son pocos los artistas en esa faceta idiomática. Si existen profesores, como el que comentaba antes, que aprueban con faltas ortográficas, Dios no aprueba a los que utilizan mal el lenguaje. No se sorprenda, pues no se trata de que nos vaya a examinar académicamente, sino que nos solicita que empleemos bien el idioma, que es diferente a ser gramático o buen filólogo. Insisto, Dios quiere y ordena que utilicemos bien el lenguaje aunque nuestros estudios no superen la enseñanza primaria, aunque hablemos mal y no sepamos escribir. No es lo mismo hablar mal que utilizar mal el lenguaje. Así un catedrático de Lengua Española, por ejemplo, puede suspender el examen divino si no hace buen uso del idioma.

La Palabra de Dios, La Biblia es explícita en ese sentido: “¿No sabéis que los injustos no heredarán el reino de Dios? No erréis; ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los que se echan con varones, ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los maldicientes, ni los estafadores, heredarán el reino de Dios” 1ª Corintios 6:9-10. Santiago nos dice en el capítulo 3 y versículo 10 de su carta lo siguiente:”De manera que con la misma boca bendecimos y maldecimos. Eso, hermanos míos, no debería ser así”. El apóstol Pablo le dice a Tito:”Palabra sana e irreprochable, de modo que el adversario se avergüence, y no tenga nada malo que decir de vosotros” Tito 2:8. Dios creó al hombre para que alabe y gloríe su nombre y eso sólo se puede hacer con buenas palabras. A Santiago, que no era lingüista, le preocupa el cómo hablemos y advierte insistentemente en su carta, a la que volvemos, en estos términos:”Ningún hombre puede domar la lengua, que es un mal que no puede ser refrenado, llena de veneno mortal. Con ella bendecimos al Dios y Padre, y con ella maldecimos a los hombres, que están hechos a la semejanza de Dios” Santiago 3:8-9.  Esto es, lamentablemente, así y con la misma lengua que utilizamos en la oración hablamos en contra del prójimo, sabiendo que Cristo pudo haber dado su sangre por esa persona a la que nosotros no favorecemos con dañinos comentarios y que nada edifican. Los judíos por respeto nombraban el nombre de Dios con temor y temblor. Hoy hacemos chistes de nula gracia de lo sagrado, que es como para clamar perdón a Dios por ese pecado.

Si usted se considera cristiano utilice su habla para alabar a Dios y testificar de Jesucristo y aléjese de conversaciones y comentarios que desagradan a Dios. Recuerde que una vez examinado suspenderá o aprobará sin opciones a más pruebas para subir nota o repesca en caso de suspenso. El tribunal de Dios no admite segundas oportunidades. El tiempo de hacer bien y utilizar de la mejor manera el lenguaje es siguiendo los preceptos de Dios, y Él nos va a examinar a todos. Obedezcámosle y seámosle fieles hasta el final y aprobaremos el examen, también el de lengua.